De cueva a buhardilla de diseño en Madrid

Marisa Alcore Marisa Alcore
Obra buhardilla Madrid centro, B-mice Design + Architecture B-mice Design + Architecture Ruang Keluarga Modern
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En los barrios más castizos de Madrid, las corralas eran los edificios más populares durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Escenarios de novelas clásicas de la literatura española de esa época, estas construcciones tenían una peculiaridad con respecto a los demás edificios de vivienda colectiva: cada una de ellas se relacionaba por un corredor exterior y común con vistas a un patio interior. Construidas mayoritariamente de madera, estas edificaciones tradicionales han sido objeto de muchos programas de restauración y rehabilitación los pasados años. Es en este contexto donde encontramos el proyecto que os mostramos hoy en este libro de ideas: la transformación de una oscura y vieja buhardilla de corrala en un apartamento elegante y luminoso. El trabajo está firmado por los profesionales del estudio B-Mice Desgin + Architecture, quienes han sabido sacar el máximo partido a este reducido espacio de tan solo 40 metros cuadrados de superficie. 

Antes de la reforma…

En la última planta bajo cubierta de una antigua corrala en Madrid, esta buhardilla fue encontrada por el estudio B-Mice con este particular aspecto. Poco iluminada, de diseño angosto y con una organización muy poco favorecedora, esta vivienda era un lugar ínfimamente habitable y, desde luego, poco acogedor. Además, su reducida superficie, tan solo 40 metros cuadrados, complicaban su diseño: ¿cómo podía convertirse esta oscura cueva en una cómoda y luminosa vivienda? 

Tras la reforma

Tan solo hacía falta un buen proyecto y el ingenio de este equipo de arquitectura para que este espacio renaciera de sus cenizas. Aunque parece increíble, esta segunda fotografía muestra la misma buhardilla, una vez terminada la reforma. Puesto que los metros cuadrados no sobraban, se optó por eliminar las tabiques anteriores, y desarrollar todo el programa de la vivienda en una única estancia sin divisiones. Aprovechando la presencia de un viejo altillo, se pudieron diferenciar dos niveles: uno en planta baja, vinculado a los usos públicos, y uno en planta primera, de carácter más privado. 

La cocina

Por tanto, salón, cocina y comedor se organizan en el mismo espacio, con el fin de perder amplitud con la presencia de tabiques. La cocina se apoya sobre un muro, y se desarrolla de forma sencilla a través de la presencia de dos columnas donde se integran los electrodomésticos y una pieza horizontal de almacenamiento, donde se apoya la encimera de madera. En blanco y brillante, este elemento busca, mediante su color, pasar lo más desapercibida posible, y cede a la sencillez la esencia de su belleza. Frente a ella, una mesa de aire vintage pone un acento al luminoso espacio. Remarcando esta escena, una lámpara industrial cuelga del alto techo e indica la posición exacta del comedor. 

Luminosidad

La falta de ventanas al exterior no supuso ningún problema para obtener el grado de luminosidad deseado en un espacio para habitar. Desde la buhardilla, la luz penetra en el interior de la casa y rebota en cada una de las superficies blancas que la componen. Este color, además de ganarle la batalla a la oscuridad, crea una sensación de amplitud visual, de manera que se ganan metros cuadrados, aunque sea solo a través de los ojos. 

En detalle

En el paisaje de la casa, destacan la presencia de dos elementos diferenes al resto: el pilar de madera, que a modo de tronco, sirve de soporte al altillo de madera; y la escalera que nos comunica con esta otra altura. Ligera, pero a la vez fuerte, y con un diseño que juega con la percepción óptica, este elemento de comunicación vertical construido en metal y lacado en negro ocupa el mínimo espacio en una vivienda donde los metros cuadrados van justos. 

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